Apogeo del caudillismo
Las vinculaciones de los colorados con los
unitarios argentinos y de los blancos con los
federales
dieron lugar a una constante intervención de la Argentina en los
asuntos internos uruguayos, a lo que se sumaba Brasil. También se debe
destacar la intención de
Francia y
Gran Bretaña de extender su predominio económico al Río de la Plata.
Todas estas influencias extranjeras, sumadas a las rivalidades internas en Uruguay, desencadenarían la llamada
Guerra Grande
(1839-1851). Luego de que las tropas riverenses vencieran a las de
Oribe, éste renunció a la presidencia y en su lugar fue electo Rivera,
el 1º de marzo de 1839. Ya en febrero de ese año le había declarado la
guerra a Rosas, aliado de Oribe, dando comienzo a la contienda.
Entre 1839 y 1843, la guerra fue favorable a Rosas y Oribe. Este último impuso el
sitio de Montevideo entre 1843 y 1851. Así, el país quedó dividido en dos partes: Montevideo bajo el poder del
Partido Colorado, apoyado por los ingleses y franceses, que forman el
Gobierno de la Defensa; el resto del país, dominado por Oribe y los blancos, que formaron el
Gobierno del Cerrito, con su capital en la ciudad de Villa Restauración, actualmente el barrio de la
Unión.
Oribe fue el primer presidente oriental que homenajeó oficialmente a
Artigas, bautizando con el nombre del prócer a la principal calle de
Villa Restauración.
Durante este período, varias legiones extranjeras —
franceses,
italianos, etc. — apoyaron la defensa de Montevideo, siendo especialmente notable la participación de
Giuseppe Garibaldi, quien comandara las fuerzas navales de Montevideo.
Desde 1849, tras aplastar el imperio del Brasil a la
República Riograndense, al concluir la
Guerra de los Farrapos — del portugués "Guerra de los Harapientos" — arreciaron las incursiones y ataques brasileños sobre el territorio uruguayo.
En 1851, el gobernador de la
provincia de Entre Ríos, Argentina,
Justo José de Urquiza,
forma una coalición con Brasil y el Gobierno de la Defensa e invadió el
territorio uruguayo. Simultáneamente se produjo una nueva invasión
brasileña. El cansancio generado por la larga guerra provocó la rápida
rendición del gobierno del Cerrito y la firma de la paz, el 8 de octubre
de 1851. Como resultado del tratado de paz firmado en 1852, Uruguay
reconocía la soberanía brasileña sobre las Misiones Orientales — ya
ocupada en los hechos por el Imperio de Brasil — más una franja
adicional, entre los ríos Cuareim e Ibicuy.
Al finalizar la Guerra Grande el país queda en un complicado
escenario: totalmente endeudado con decrecimiento de población,
destrucción de la mayoría del ganado (principal fuente de ingresos del
país).
Muchos responsabilizaron a los bandos políticos por la debilidad
interna y propusieron una política de fusión para eliminar las divisas,
llegando en 1857 el presidente
Gabriel Pereira a prohibir la reorganización de los partidos políticos.
Al llegar en 1860 a la presidencia
Bernardo Berro,
a pesar de ser blanco, se inclinó hacia la política de fusión. Intentó
implantar una política de neutralidad con Argentina, puesto que opinaba
que Uruguay no se debía entrometer en asuntos externos.
Venancio Flores, el principal caudillo uruguayo en ese momento, se alió con los gobiernos de
Brasil y
Argentina
e invadió el territorio uruguayo. Tras una breve, pero violenta guerra,
accedió al poder en 1865. Flores pagó el apoyo brasilero y argentino
uniéndose con ellos contra el Paraguay, en la
Guerra de la triple alianza.